La pesadilla del lobo.

Palabras de Stubber, piloto del Land Speeder Lobunus:

Un extraño temblor sentí al ver semejante ataque sobre nuestras posiciones. Sin esperar una sorpresa mayor a las de otras ocasiones, llegamos al campo de batalla en el que nos esperaba una bien oculta fuerza tiránida.

Tras varios edificios, se ocultaron de forma formidable los Tiránidos. Cómo imaginar entonces de lo que serían luego capaces de hacernos. 
Nuestro Señor Lobo Nicodemus organizó bastante bien nuestras posiciones de defensa. En lo alto de dos edificios, colocó el par de unidades de Colmillos Largos, dispuestos a reventar cualquier ataque alienígena. Los tres Rhinos se ocultaron tras los edificios en posición de ataque; nuestro Land Speeder se quedó cerca de dos de los Rhinos, mientras el otro se quedó cerca del Señor Lobo y su acompañante lobo de Fenris, y del otro Rhino. 

Al inicio del choque, llegó la cápsula de desembarco con la unidad de Guardias del Lobo, dirigida por Arjack Puñoroca; cayó cerca del objetivo central. Nicodemus avanzó a gran velocidad, subido en su lobo de Trueno, y guiando a su siervo lobo de Fenris. Los Colmillos Largos dispararon lo que pudieron a unos Guardias Tiránidos que escoltaban al Señor de la Horda, callendo uno de ellos tras los impactos recibidos. Mientras tanto, nosotros avanzamos nuestro Land Speeder hacia uno de los objetivos laterales, para ocupar posiciones adelantadas. 
De pronto, comenzó el avance Tiránido. Las unidades de Termagantes corrieron hacia adelante. Los dos Tervigones empezaron a engendrar grandes unidades de Termagantes, que se unieron al avance de sus hermanos. El Señor de la Horda aguantó el puesto tras la cobertura. 

En nuestro contraataque, el Señor Lobo Nicodemus cargó sobre una debilitada unidad de Termagantes, acabando con los supervivientes, aunque murió su acompañante lobo de Fenris, que antes del ataque del Señor Lobo había mordido notablemente a dos de esas criaturas inmundes. Todos nuestros disparos se centraron en las unidades de Termagantes más cercanas. Creo que nuestro Señor Lobo tampoco creía lo que estaba a punto de ocurrir.
 Tras nuestro ataque, apareció de uno de los edificios una unidad de Genestelares de Ymgarl, que cargaron contra una más que decente unidad de Colmillos Largos. En el centro de nuestro despliegue, cayó la Espora Micética que en su interior tenía a la Maldición de Malantai. Fue un rato de dolor, previo a la verdadera pesadilla que estábamos a punto de contemplar. El Señor de la Horda, sus acompañantes y unos cuantos Termagantes, cargaron a Nicodemus, llevándoselo por delante en un abrir y cerrar de ojos. Su aullido de dolor resonó en lo más profundo de nuestros tímpanos. 

De una desesperada forma, tubimos que debilitar al enemigo en la mayoría de lo posible. Malantai cayó tras el fuego de la segunda unidad de Colmillos Largos. Ambos Land Speeders terminamos con una unidad de Termagantes. Arjack Puñoroca intentó en vano retener el avance del Señor de la Horda, pero el Yunque de Fenris no era rival de la criatura, grácias en parte a sus sables óseos. Arjack aguantó dos turnos de combate, consiguiendo antes de morir llevarle la muerte a uno de los miembros de la escolta del Señor de la Horda. Dicho ser, fue decidido a por una unidad de Cazadores Grises que habían bajado de su Rhino y debilitado a otra unidad de Termagantes. 
Apareció otra unidad de Genestelares de Ymgarl, cargándo y destruyendo a la segunda unidad de Colmillos Largos. Tras ésto, nuestro Land Speeder vació sus dos lanzallamas pesados, acabando con unos pocos de Genestelares.
En el lado opuesto, diez cazadores Grises se bajaron de su Rhino, y cargaron sobre los Genestelares. Fue un combate muy sangriento, en el que iban callendo más Marines Espaciales que bichos Tiránidos. En el centro de nuestro despliegue, apareció el Trigón. El Sacerdote Rúnico Eisen bajó del Rhino junto a los Cazadores Grises, pero no fue suficiente para terminar con el Trigón que, poco a poco, iba acabando con la unidad de Marines Espaciales. 

Tras la sangrienta batalla, eran muy pocos los supervivientes de nuestra fuerza de ataque, mientras que de los seres Tiránidos quedaban todas sus criaturas monstruosas. Los Tiránidos consiguieron su objetivo de destrozarnos y robar casi todos los objetivos que anhelábamos nosotros también. 

He tenido horribles sueños en noches muy largas, en las que no sabía si estaba despierto o aún seguía dormido. Lo que está claro es que toda ésta historia ha sido real. Una pesadilla a pleno día. Un día que será amargamente recordado por la pérdida de tantos de nuestros hermanos Lobos Espaciales. Una tragedia que no desearía ni a nuestro peor enemigo.