¡Son veloces, demasiado veloces. Nos han tendido una trampa, pero que no nos destruyan sin luchar! - gritó nuestro Señor Lobo Jarr a lomos de su montura de Lobo de Trueno. El avance de los Ángeles Sangrientos fue de una precisión tan bestial, que en pocos segundos su Stormraven voló los cielos como una ballena recorrería varios mares enteros. De su parte trasera, bajó ese rabioso y desesperado Dreadnought de la Compañía de la Muerte, instantes antes de iniciar su particular masacre. El Dread parecía un Eldar corriendo por una colina desierta; sin tiempo a reaccionar, los Colmillos Largos se vieron atacados y arrinconados por esa semejante criatura, gigantesca y furiosa.
En pocos segundos, la unidad de armas pesadas de los Lobos Espaciales cayó fulminada sin tiempo a reaccionar. Tras éste devastador inicio enemigo, los Cazadores Grises que se encontraban cerca, bajaron de su Rhino y acabaron a disparos con el ser de armadura negra que segundos antes había matado a sus hermanos; dos rifles de fusión solucionaron el problema del ataque del Dreadnought, pero ya era tarde.
Sin tiempo a reaccionar, se acercaron dos escuadras enemigas más, con ganas de arramblar esas dos unidades de Cazadores Grises que se ocultaban tras la zona empedrada. La Compañía de la Muerte y la escuadra de Asalto en Rhino, dieron buena rienda de nuestros hermanos cazadores. En pocos turnos terminaron con las dos unides lobunas.
Y en el otro extremo se produjo uno de los combates más sangrientos entre dos héroes de los Marines Espaciales. Mephistón se introdujo en un transporte, avanzó a una velocidad inhumana, y acabó matando a otra unidad de Cazadores y una de Colmillos. El Señor Lobo Jarr por su parte, cargó a una gran unidad de Marines de Asalto de los hijos de Sanguinius, acabando en unos cuantos turnos con ellos, pero salió malherido de éste encuentro, quedándole tan sólo una herida.
Las unidades de Devastadores Sangrientos, iban eliminando poco a poco a la otra unidad de Colmillos Largos que estaban justo frente a ellos.
Viendo la derrota tan abismal por parte de los suyos, Jarr dió media vuelta y decidió cortar por lo sano, cargándo al combate personal al mismísimo Mephistón. Como el Bibliotecario aún estaba acabando con unos cuántos Cazadores Grises, Jarr aprovechó para lanzarle unos cuántos martillazos a Mephistón, hiriéndole de gravedad, pero dejándolo aún con vida. Los dos titanes cayeron al mismo tiempo al suelo por el golpe de su rival. Un enfrentamiento duro, que dió el final a una batalla en la que los Ángeles Sangrientos atacaron con una ira y odio desenfrenado.
Pareciá que al ver a los Lobos Espaciales, los Marines rojizos estaban viendo a unos traidores del Caos, por la forma de sus acciones. Una rabia demente que sólo unos vampiros sangrientos son capaces de lograr sobre cualquiera de sus víctimas.
He visto miles de tormentas en distintos planetas. Tormentas ácidas, eléctricas, volcánicas o heladas; pero pocas se pueden comparar a ésta tormenta sangrienta.
Palabras del Sacerdote Rúnico Cutter.
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