14 de mayo de 2011

LA PRISIÓN MALDITA (1ª parte): ataque a Armageddon.

Vuestro entrenamiento en el pasado deberá dar sus frutos en la lucha que hoy mantendremos -dijo el gran mentor Ulrik a todos los que estábamos allí presentes. Emboscadas y trampas previas a nuestra llegada, habían provocado que cientos de humanos hubiesen caído incluso antes de poder desenfundar sus pistolas láser. La noticia de un gran ataque producido por una Cábala de Eldars Oscuros, hizo que las fuerzas imperiales cercanas al sector Armageddon fuesen avisadas; una ayuda igual de necesitada que exigida, nos hizo cambiar el rumbo de nuestra cañonera thunderhuwk, que estaba próxima a Fenris. La orden que recibió el Sacerdote Lobo Ulrik fue clara como una fría mañana en el invierno de una ventisca prevista con antelación: cambiar de rumbo inmeditatamente, y dirigirnos hacia esa zona de la galaxia.

Unas turbulencias espaciales provocadas por varias decenas de meteoritos inmensos, no detubo nuestro rumbo. Eran varias las naves de Marines Espaciales las que captaba el radar de nuestra thunderhawk, entre ellas una de los Templarios Negros y otra de Ángeles Sangrientos. Una idea de interceptación en el posible contraataque Eldar Oscuro, fue la que hizo que Ulrik se dirigiese a través de la radio de nuestra nave, a comunicarse con las otras thunderhuwks de los Adeptus Astartes. Visto lo visto, estamos ante una amenaza que no llegará a provocar una posible cuarta guerra por Armageddon, puesto que entre todos nos bastamos para llevar un ataque sorpresa sobre esos piratas Eldars. Mientras nosotros (los Lobos Espaciales) y los Templarios Negros atacamos directamente las afueras de la capital principal, los Ángeles Sangrientos aguardarán nuestra señal para llevar el asalto letal planetario con sus rapidísimas tropas de asalto -dijo Ulrik a los generales de cada una de las thunderhuwk. Como no sabían nada sobre el repliegue Eldar Oscuro en el planeta, ambos generales aceptaron la idea del ataque planificado por Ulrik.



Ulrik es un muy sabio Sacerdote Lobo, pero ello no quiere decir que no sepa dirigir a sus unidades. Personalmente, se subió en el Land Raider para dirirgir el ataque. Ordenó que nuestra unidad de Cazadores Grises se subiese junto a él, para sorprender en un asalto brutal a esos locos Eldars Oscuros. A los Exploradores y a los Colmillos Largos los envió en busca de buenas posiciones de tiro, y estar bien ocultos hasta el momento del ataque. Las demás unidades de Cazadores Grises se embarcaron en sus respectivos Rhinos; siete vehículos rápidos para no perder tiempo en una llegada que debía ser rápida y contundente. Sin perder tiempo, los Templarios Negros agruparon sus unidades en torno a una gran cantidad de tanques propios; tres Land Raiders Cruzados llenos de Iniciados y un par de Predators, componían sus fuerzas de ataque. El Capellán Grimaldus los dirigía en ésta misión.

Mientras avanzaban todos los Land Raiders hacia las afueras de la ciudad, los Eldars Oscuros planeaban su ofensiva; varios Azotes y Motos Guadaña intentaron interceptar a los Land Raiders. Pero esos blindajes pesados y los disparos repetitivos, dieron lugar a que dichas unidades de piratas Eldar cayeran sin apenas tiempo de reaccionar. Los Rhinos de los Lobos Espaciales iban ocultos tras los Land Raiders, para ser el ataque usado como segunda oleada. Los disparos combinados de los Colmillos Largos y los Predators de los Templarios Negros, dieron lugar a que las defensas de los Eldars Oscuros se debilitasen de manera abrumadora. De pronto, un Arconte de gran envergadura avanzaba subido en un Incursor, junto a una unidad de Guerreros de la Cábala, en dirección a la concentración de Land Raiders. Un desembarco apresurado de todas las unidades de Iniciados y la nuestra de Cazadores Grises del Land Raider, fue a la carga de dicha unidad enemiga del Incursor. Pero de pronto, el Arconte provocó una apertura en la disformidad, y de dicha entrada salieron decenas de Brujas y Guerreros de la Cábala. Rodeados por un enemigo superior en número, los Templarios Negros y los Lobos Espaciales nos decidimos a realizar la voluntad del Emperador. Una lucha encarnizada comenzó en ese lugar. Aunque caían muchos Eldars Oscuros, el tener ese portal abierto hacía que fuera casi imposible parar esas oleadas de ataques alienígenas. Uno de los Predators de los Templarios Negros ordenó el desembarco de los Ángeles Sangrientos.

Guiados por un Mephistón agerrido, los hijos de Sanguinius llegaron por los aires en sus retrorreactores y Cápsulas de Desembarco. Una Stormraven traía a la Compañía de la Muerte y a un Dreadnought, también de la Compañía. Una carga llena de odio al enemigo, provocó que la lucha entre los Adeptus Astartes y los alienígenas Eldars Oscuros cambiara el peso de la balanza de la batalla. Por fin la victoria se acercaba a nuestros bandos. Viendo que su ataque a Armageddon corría serio peligro, el Arconte no tubo más remedio que embarcar de nuevo en el Incursor que le había llevado a dicha parte del campo de batalla. Ordenó al piloto que se volase sobre la zona donde nuestra unidad de encontraba. Mephistón y Ulrik se percataron de éste intento de escabullirse por parte del Arconte, pero ya era demasiado tarde; como buen pirata, consiguió atenazar a tres Marines Espaciales (uno de cada capítulo), subirnos a su Incursor, y maniatarnos. ¿Por que ésta maniobra de detención? ¿Sería que el Arconte allí presente tenía un plan secreto para cada uno de nosotros?
Con una reacción con esperanza y fe al Emperador, los tres Marines Espaciales nos adentrábamos sin saberlo a nuestra peor pesadilla.

El Incursor que nos retenía voló a una velocidad endiablada hacia el exterior del planeta Armageddon. Embarcándose en una nave de dimensiones inimaginables, el Incursor aterrizó en la zona que tenía habilitada para dicho fin. Varios Guerreros de la Cábala se encargaron de llevarnos a una celda temporal, hasta que los altos mandos de esos seres alienígenas decidiesen que harían con nosotros.

Los Marines Espaciales hemos sido preparados para las más dolorosas e inoportunas misiones. Pero éste futuro que nos estaba por llegar, no se parecía a ningún entrenamiento. Ni el vencer con las manos desnudas a un Lobo de Trueno es tan descabellado como lo que nos aguardaba....

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